Por Marlem Suárez
Ciudad de México.- Cazzu no necesita de Nodal ni de la polémica para dominar un escenario. Julieta Emilia Cazzuchelli, “La Jefa” del trap argentino, llegó al Auditorio Nacional para recordar que su reinado no depende de titulares, sino de talento.
En dos noches con boletos agotados (más de diez mil personas cada una), la artista presentó “Latinaje”, un espectáculo teatral y musical que combinó narrativa, música y performance con una estética cargada de símbolos: fuego, fe, deseo y redención.
Las diablitas, sus fans más leales, llegaron con cuernitos rojos, glitter y carteles que decían “Cazzu hermana, ya eres mexicana”. Desde el primer acto, el público se rindió ante su figura: una mujer que ha transformado el dolor en arte y la exposición mediática en discurso de independencia.
Detrás de una escenografía que simulaba una casa vieja, Cazzu apareció interpretando “Ódiame”, bailando tango con una mezcla de rabia y elegancia. La teatralidad se apoderó del escenario cuando, al ritmo de “Sobre mi tumba”, aventó una silla y comenzó su ritual: un cuerpo que canta, sufre y se libera. “Me tocó perder” y “Piénsame” cerraron el primer acto con un aire de tragedia flamenca, mientras la orquesta envolvía la escena.
Cazzu convierte el desamor en arte durante el segundo acto de “Latinaje”
El segundo acto arrancó con “Mala suerte”. Cazzu, envuelta en un vestido dorado con cola negra, encendió un cigarrillo mientras actuaba una pelea amorosa en un bar. A su lado, actores simulaban una historia de engaño y orgullo. “Te pasó por engreído / por alardear con tus amigos…” cantó con una mezcla de furia y ironía, confirmando que su show es tanto una ópera urbana como un manifiesto de empoderamiento femenino.
“Latinaje” es, de hecho, eso: una obra dividida en cuatro actos donde cada tema adquiere vida escénica. Con 14 músicos en vivo Cazzu elevó el formato del concierto a una experiencia sensorial. El Auditorio se emocionó con himnos como “Jefa”, “Nena Trampa”, “Mucha Data”, “Miedo” y “Toda”, canciones que resignificó con arreglos orquestales y una narrativa visual.
Entre aplausos y gritos, llegó el momento más íntimo, pues en lo que llevaba de la noche no había interactuado con el público: “Es un placer estar aquí. No me alcanzan las palabras para expresar la felicidad y el orgullo que tengo.”
En el tercer acto, Cazzu intercaló pequeños monólogos donde dejó ver su esencia más honesta. “Un show en vivo es como la vida,” dijo con una sonrisa. “A veces tenemos más energía, a veces menos; a veces algo sale mal, pero lo importante es levantarse y seguir siendo felices.”
Sus palabras resonaron con fuerza entre el público, especialmente cuando habló sobre la maternidad y la transformación que significó tener a su hija, Inti.
“Esta canción se la dedico a las mamás y a los papás… y a sus hijas e hijos. Porque ser mamá me cambió todo,” confesó antes de interpretar “Inti”, uno de los momentos más emotivos de la noche.
Cazzu, ya con un atuendo negro brillante, se mostraba más cercana, riendo con sus fans y bromeando cuando se equivocaba en la letra: “No es culpa mía, es culpa de ustedes que me distraen con esos cuernos de diablita tan hermosos.”
En un tono confesional, Cazzu también habló de su vulnerabilidad y del peso de la mirada ajena:
“Cuando la gente me critica por mis imperfecciones, las abrazo. Me gusta ser como soy. Espero que a ustedes también les guste ser como son.”
Después vino la sorpresa: un homenaje a México con “No me enseñaste” de Thalía, interpretada con respeto y picardía. “Alrededor del mundo, la música de este país ha marcado historia,” dijo antes de hacer suyo el clásico noventero.
“Soy como que me desayuno a Luis Miguel y después soy la Jefa del trap”, bromeó entre carcajadas y gritos del público. El bloque final, con temas como “Peliculeo” y “Nada”, encendió al Auditorio que ya se encontraba de pie bailando en sus lugares.
“No me quiero ir,” repitió antes de despedirse entre abrazos, luces rojas y lluvia de billetes escénicos. “Nos vemos pronto. Gracias por venir. Ha sido un placer compartir esta noche con ustedes.”
Así se despidió una mujer que ya no necesita demostrar nada. Cazzu no solo sobrevivió al huracán mediático: lo convirtió en viento a favor. Aún le queda una fecha más en CDMX antes de seguir con su gira en Monterrey y Guadalajara.
dft