Miami, Florida.— Por años, la imagen de Donald Trump como el paladín de una cruzada moral contra las élites corruptas ha sido el pilar simbólico de un movimiento que, más que político, se ha vuelto místico. En los márgenes de su base más fiel, la que no sólo lo ve como un presidente, sino como un redentor, se consolidó la creencia de que Trump combatiría a una red global de pedófilos con tentáculos en Hollywood, Wall Street y Washington, como Jeffrey Epstein.

Epstein, financista, delincuente sexual convicto, cuya muerte en prisión en 2019 fue clasificada oficialmente como un suicidio, se ha vuelto un dolor de cabeza y quizá el talón de Aquiles de Trump, quien ha intentado desviar el tema con acusaciones sobre Obama, evitado hablar del tema, ordenado difundir todo lo que se sepa sobre los archivos Epstein, pero el caso es una sombra que lo persigue.

“Aunque los mayores partidarios de Trump siguen apoyando al presidente, muchos están tratando de hacer compatible su respaldo al movimiento Make America Great Again (MAGA) con lo que aparentemente ven como su obstrucción a la publicación de nueva información”, recordó la BBC.

Según una descripción filtrada por The Wall Street Journal, el ahora mandatario envió una presunta carta de cumpleaños, guardada en un álbum recopilado por Ghislaine Maxwell, novia del financista y quien cumple una condena de 20 años por tráfico sexual en Florida.

La misiva, indica el WSJ, era un dibujo de una mujer desnuda, firmado por Trump. “Nunca dibujé eso, no son mis palabras, no es mi firma; es completamente falso”, ha declarado el presidente.

Algunos seguidores de su base comenzaron a dudar. En canales de Telegram vinculados a la ultraderecha, usuarios preguntaban por qué Trump había prometido publicar todos los archivos de Epstein y luego su Departamento de Justicia se negaba a hacerlo. “¿Qué está ocultando?”, escribió un usuario que llevaba años posteando videos a favor del expresidente. “¿No era él el que iba a limpiar el pantano?”.

“Laura Loomer, una teórica de la conspiración de extrema derecha con una gran cantidad de seguidores en redes sociales, y una asesora informal pero influyente de la Casa Blanca, publicó un enlace a un artículo de prensa en el que decía que ‘Trump no está implicado’ en los archivos Epstein. Junto con los mensajes de apoyo, las críticas en X llegaron: ‘¿Cómo lo sabes?’. ‘Literalmente estuvo de fiesta con Epstein’”, le respondieron, recordó la BBC. El mandatario en cambio ha intentado quitarle peso a la historia al declarar que no entiende por qué sus partidarios están tan interesados en los crímenes “sórdidos, pero aburridos” del difunto delincuente sexual Epstein.

“Hace mucho que murió”, declaró el presidente. “Creo que, en realidad, sólo la gente muy mala, incluyendo las noticias falsas, quiere que algo así siga así”, añadió.

Los comentarios de Trump se produjeron después de que el Departamento de Justicia anunciara que la muerte de Epstein fue un suicidio y que, a pesar de las teorías conspirativas que lo contradecían, no se publicaría una lista de sus clientes. Después, ordenó a Pam Bondi, fiscal general, que “publique todos los testimonios del Gran Jurado con respecto a Jeffrey Epstein, sujetos sólo a la aprobación del tribunal”.

Funcionarios del Departamento de Justicia también solicitaron a un juez de Nueva York que publique las transcripciones del gran jurado de Maxwell. No obstante, según el medio The Guardian, “los fiscales estadounidenses veteranos, incluidos aquellos que han representado a las víctimas de Epstein, dijeron que cualquier publicación de las transcripciones del gran jurado en torno a Epstein y Maxwell podría no brindar mucha información sobre los crímenes de Epstein y si otros estuvieron involucrados en el abuso de menores, o en el encubrimiento de sus años de depredación de niñas y mujeres”.

Aprovechando el verano, el Congreso de mayoría republicana ha decidido suspender de manera abrupta las sesiones para escapar de la incesante demanda de hacer públicos los documentos sobre el caso que tiene el Departamento de Justicia. Pero en el comité de supervisión de la Cámara de Representantes, tres congresistas del Partido Republicano rompieron filas para votar junto a los del Partido Demócrata exigiendo los archivos Epstein.

Mientras, Maxwell ha reaparecido recientemente en el centro del debate público: el subsecretario de Justicia, Todd Blanche, la entrevistó durante dos días en un tribunal de Florida. En una carta, los abogados de Maxwell señalaron que si bien su presentimiento es que Maxwell invoque su derecho de la Quinta Enmienda contra la autoincriminación, están abiertos a que coopere siempre que los legisladores satisfagan su solicitud de inmunidad y otras condiciones.

Pero la Comisión de Supervisión y Reforma pareció rechazar esa oferta desde el principio.

Recientemente, Maxwell fue trasladada discretamente desde la prisión federal de baja seguridad en Tallahassee, Florida, a un campo penitenciario de mínima seguridad en Bryan, Texas.

Sidney Blumenthal, exasesor principal de los presidentes Bill Clinton y Hillary Clinton, escribió en The Guardian que “cabe preguntarse (…) si Blanche le preguntó sobre su conocimiento de las aventuras de Trump en los camerinos de modelos menores de edad y otros lugares”.

Trump ha respondido de forma ambigua a la posibilidad de indultar a Ghislaine Maxwell, señalando que “tiene el poder” para hacerlo, pero que “no lo ha considerado”, aunque evitó descartarlo por completo y calificó de “inapropiado” hablar del tema en este momento.

Además, el mandatario ha intentado desviar el tema. Ha culpado al exmandatario Barack Obama de traidor por presuntamente inculparlo en la trama rusa, por la que fue objeto de un impeachment durante su primer mandato. Según Trump, Obama fue el líder de “una conspiración” para vincularlo con maniobras del Kremlin. El mandatario ha insistido en sus señalamientos, incluso llegó a compartir un video falso generado por inteligencia artificial en el que se ve a Obama siendo arrestado en el Despacho Oval.

Mientras, el comité de supervisión de la Cámara ha citado a Maxwell para que declare el 11 de agosto, pero ella aún no ha decidido si cooperará, dijo su abogado.

El hartazgo de Trump por el tema ha quedado al descubierto luego de que le dijera a la prensa: “No me interesan tanto las teorías conspirativas como ustedes”. Incluso, llegó a decir: “No hablen de Trump”.

En el vuelo de regreso de su estancia en Escocia, Trump afirmó que Virginia Giuffre, una de las víctimas de Jeffrey Epstein y quien murió por suicidio, se encontraba entre las mujeres que el financiero caído en desgracia había “robado” del spa de Mar-a-Lago. Por esas declaraciones, la familia de Giuffre pidió explicaciones al mandatario.

Sobre el traslado de Maxwell, familiares de Giuffre y Annie y Maria Farmer dijeron que “con horror e indignación nos oponemos al trato preferencial que ha recibido la traficante sexual condenada”.

Blumenthal ha escrito que “el evidente pánico de Donald Trump por su relación íntima con Jeffrey Epstein es un ejemplo de control de daños descontrolado”.

La historia entre los magnates

Trump y Epstein se conocieron en el mundo social de Nueva York y Florida. Durante la década de 1990 forjaron una amistad que incluyó fiestas en Mar-a-Lago y encuentros en Manhattan. Trump llegó a describir a Epstein en 2002 como “un tipo fantástico”. Hacia 2004 su relación se deterioró abruptamente. La ruptura ocurrió en 2004 por un conflicto de negocios.

Mientras, varios testimonios bajo juramento mencionan a Trump de forma circunstancial en el contexto de las investigaciones, aunque, de momento, ninguno lo implica directamente en delitos sexuales.

No obstante, registros de vuelos del jet privado de Epstein confirman que Trump viajó con él en varias ocasiones entre 1993 y 1997.

En julio, María Farmer, una artista visual estadounidense conocida por presentar la primera denuncia penal ante las fuerzas del orden público, el Departamento de Policía de la ciudad de Nueva York y el FBI, en 1996, sobre la conducta del financiero y delincuente sexual convicto Epstein, reveló públicamente que solicitó dos veces al FBI que investigara a Trump tras un encuentro perturbador con él en 1995, cuando se preparaba para trabajar para Epstein. “Afirmó haberles contado a las autoridades que una noche, tarde, Epstein la llamó inesperadamente a sus oficinas en un edificio de lujo en Manhattan y ella llegó en pantalones cortos de correr”, describe el medio The New York Times. “Trump llegó entonces, vestido con traje, y comenzó a rondarla, según informó a las autoridades. Sintió miedo al ver que Trump miraba sus piernas desnudas”.

La acusadora relata que Epstein entró entonces en la habitación y le dijo a Trump: “no, no; no está aquí por ti”. Epstein y Trump se marcharon y ella escuchó a Trump decir que creía que tenía 16 años.

En el presente, una encuesta de The Washington Post, a través de mensajes de texto, encontró que 58% de los entrevistados reprueban rotundamente a Trump por el manejo y deslinde que da al caso de Epstein. 67% de los estadounidenses contactados por el Post quieren que se den a conocer los documentos y 2% se opone a que lo hagan, 44% piensa que a Epstein lo asesinaron en prisión, 42% tiene dudas, y solamente 15% sostiene que el criminal se suicidó. Mientras, la grieta persiste y el nombre de Epstein parece poder convertirse en el talón de Aquiles del mandatario estadounidense.

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