Washington, DC.- Cientos de miembros de la Guardia Nacional de Virginia Occidental se desplegarán en la capital de Estados Unidos como parte del esfuerzo del gobierno del presidente Donald Trump para reformar la vigilancia en el Distrito de Columbia a través de la imposición de estrictas medidas federales contra el crimen y la presencia de personas sin hogar.

La medida se produce mientras agentes federales y tropas de la Guardia Nacional comienzan a aparecer en la ciudad, predominantemente demócrata, tras la orden ejecutiva que Trump emitió el lunes, federalizando las fuerzas policiales locales y activando a unos 800 efectivos de la Guardia Nacional de D.C.

Al añadir tropas externas al despliegue existente de la Guardia Nacional y a los agentes de las fuerzas del orden federales asignados temporalmente a Washington, Trump ejerce un control aún más estricto sobre la ciudad. Es una jugada de poder que el presidente ha justificado como una respuesta de emergencia ante el crimen y la presencia de personas sin hogar, aunque los funcionarios del distrito han señalado que el crimen violento es menor que durante el primer mandato de Trump en el cargo.

Una protesta contra la intervención de Trump convocó a decenas de personas en Dupont Circle el sábado por la tarde antes de una marcha hacia la Casa Blanca, a unos 2,4 kilómetros (1,5 millas) de distancia. Los manifestantes se reunieron detrás de una pancarta que decía “No al golpe fascista en D.C.”, y algunos miembros de la multitud sostenían carteles que decían “No a la ocupación militar”. Trump estaba en su club de golf en Virginia después de la cumbre del viernes con el presidente ruso Vladimir Putin en Alaska.

El gobernador republicano de Virgina Occidental, Patrick Morrisey, anunció el sábado que enviaría un contingente de 300 a 400 miembros.

“Virginia Occidental está orgullosa de apoyar al presidente Trump en su esfuerzo por restaurar el orgullo y la belleza de la capital de nuestra nación”, dijo Morrisey.

Morgan Taylor, una de las organizadoras que coordinó la protesta del sábado, dijo que esperaban generar suficiente rechazo a las acciones de Trump para que el gobierno se viera obligado a retroceder en su agenda contra el crimen y la inmigración ilegal.

“Hace calor, pero me alegra estar aquí. Es bueno ver a toda esta gente aquí”, dijo. “No puedo creer que esto suceda en este país en este momento”.

Lo que alimenta las protestas son las preocupaciones sobre la extralimitación de Trump y el hecho de que haya usado al crimen como pretexto para imponer su voluntad en Washington.

John Finnigan, de 55 años, daba un paseo vespertino en bicicleta cuando se topó con la protesta en el centro de Washington. El gerente de construcción de bienes raíces, que ha vivido en la capital durante 27 años, dijo que las acciones de Donald Trump eran “ridículas” debido a que “la criminalidad se encuentra en un mínimo de 30 años”.

“Esperemos que algunos de los alcaldes y algunos de los residentes se enfrenten a ello y traten de hacer más difícil que esto ocurra en otras ciudades”, señaló Finnigan.

Jamie Dickstein, profesora de 24 años, dijo sentirse “muy incómoda y preocupada” por la seguridad de sus alumnos, dado que “agentes de todo tipo sin identificación” recorren Washington y detienen a las personas.

Señaló que acudió a la protesta con amigos y familiares para “evitar un efecto dominó continuo hacia otras ciudades”.

La activación de agentes de Virginia Occidental también sugiere que la administración ve la necesidad de más personal, después de que el presidente minimizara personalmente la necesidad de que Washington contrate más policías.

El General de División James Seward, general adjunto de Virginia Occidental, dijo en un comunicado que los miembros de la Guardia Nacional del estado “están listos para apoyar a nuestros homólogos en la Región de la Capital Nacional” y que las “capacidades únicas y la preparación de la Guardia la convierten en un socio invaluable en esta importante empresa”.

Se ha observado la presencia de agentes federales en algunos de los vecindarios más transitados de la ciudad, generando una mezcla de elogios, rechazo y alarma de los residentes locales y líderes de todo el país.

Los líderes de la ciudad, que están obligados a cooperar con la orden del presidente en virtud de las leyes federales que rigen la gobernanza local del distrito, han buscado trabajar con el gobierno, aunque se han irritado por el alcance de la toma de control del presidente.

El viernes, el gobierno dio marcha atrás en una orden que pretendía colocar al jefe de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) como “comisionado de policía de emergencia” después de que el principal abogado del distrito demandara para impugnarla. Tras una audiencia en la corte, la secretaria de Justicia de Trump, Pam Bondi, emitió un memorando donde ordenaba al Departamento de Policía Metropolitana que cooperara con la aplicación de la ley de inmigración federal, independientemente de cualquier ley de la ciudad.

Los funcionarios del distrito dicen que están evaluando cuál es la mejor manera de cumplir con esa directiva.

En su orden del lunes, Trump declaró una emergencia debido al “fracaso del gobierno de la ciudad para mantener el orden público”. Dijo que eso impedía la “capacidad del gobierno federal para operar eficientemente con el fin de abordar los intereses más amplios de la nación sin temor a que nuestros trabajadores sean sometidos a una violencia desenfrenada”.

En una carta enviada a los residentes de la ciudad, la alcaldesa demócrata Muriel Bowser escribió que “nuestro limitado autogobierno nunca ha hecho frente al tipo de prueba que enfrentamos ahora”. Añadió que, si los habitantes de Washington se mantienen unidos, “mostraremos a toda la nación cómo es luchar por la democracia estadounidense, aun cuando no tenemos pleno acceso a ella”.

acf/bmc

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