Por María Antonia Sánchez Vallejo
Si de Donald Trump dependiera, el cónclave en el que a partir del día 7 se elegirá al sucesor del papa Francisco no tendría ni siquiera que celebrarse.
El presidente de EEUU ha emitido su particular fumata blanca este sábado, con un post en redes sociales en el que aparece disfrazado como Sumo Pontífice.
Cuando la Iglesia católica estadounidense maniobra en la oscuridad vaticana para que el sustituto de Francisco sea alguien de talante integrista, el comandante en jefe ha vuelto a burlarse del proceso, a la vez que engorda su conocida megalomanía.
El martes, cuando los periodistas le preguntaron quién le gustaría que fuera el próximo Papa, respondió sin dudarlo que él mismo. “Me gustaría ser Papa”, bromeó ante los informadores en la Casa Blanca; “esa sería mi opción número uno”.
Cuatro días después, ha llevado la burla hasta la categoría de meme, compartiendo en redes sociales lo que parece una fotografía suya, generada supuestamente por inteligencia artificial, en la que aparece revestido de los atributos papales: sotana blanca, el anillo supuestamente del Pescador y una cruz colgada del cuello, con ademán solemne y un tanto inquisidor, dedo en ristre.
El origen de la foto no está claro, dado que Trump no ha incluido ningún comentario en su publicación, compartida en su propia red, Truth Social, y en Instagram y X (antes Twitter). La Casa Blanca la ha publicado también en sus cuentas oficiales, así que ha de descartarse que sea un meme.
Algunos intentan hallar una explicación a tan inexplicable afrenta y califican la broma de cortina de humo el mismo día que entra en vigor una nueva ronda de aranceles a los automóviles y que el financiero Warren Buffett le ha enmendado la plana de su política económica.
La imagen ha suscitado reacciones encontradas, como casi todas sus acciones y declaraciones. Personas religiosas, incluidos católicos, no le ven la menor gracia y han calificado la foto de ofensiva cuando millones de fieles siguen de luto por la muerte del papa Francisco el pasado lunes de Pascua.
Incluso en Truth Social, gestionada por una empresa controlada por Trump, varios usuarios la tildan de sacrílega, asegurando que alimenta la desinformación. Michael Steele, expresidente del Comité Nacional Republicano, escribió que publicar la foto durante un periodo de luto era una prueba de que Trump —cuyo número dos, J. D. Vance, es un católico converso, además de una de las últimas personas que vio con vida al Pontífice— es “poco serio e incapaz”.
Dennis Poust, responsable de la Conferencia Episcopal del Estado de Nueva York, afirmó que el post es chocante e irrespetuoso, y ha llegado en un momento particularmente crudo, cuando las dos tendencias, la continuista de las reformas de Francisco y la involucionista o integrista, afilan los cuchillos ante el cónclave. “No es apropiado ridiculizar o burlarse del papado”, ha declarado el responsable, pues es una imagen “ofensiva”. Poust recordó que los movimientos anticatólicos de EE UU tienen una larga tradición de ataques contra el Vaticano. “Espero que se arrepienta de haberlo publicado”, añadió.
En el otro lado, algunos republicanos conservadores, cuyo apoyo se basa en buena parte en el fervor de las iglesias evangélicas, le han seguido la broma al presidente, entre ellos el senador Lindsey Graham. “Me conmueve escuchar que el presidente Trump está abierto a la idea de ser el próximo Papa”, escribió el martes en la red social X.
“La primera combinación Papa-presidente de Estados Unidos tiene muchas ventajas. Atentos a la fumata blanca… ¡Trump MMXXVIII!”, en números romanos, 2028, una nada velada referencia a los guiños del presidente a presentarse a un tercer mandato ese año pese a ser anticonstitucional. En cualquier caso, la inefable combinación papal-presidencial parece más cerca del Anticristo que de la silla de San Pedro.