Por David Saucedo

Uruapan, Michoacán.- El ataque armado dirigido en contra del presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, terminó con la vida del munícipe, mientras inauguraba el Festival de Velas en la plaza principal de esa ciudad.

En el lugar, también fueron heridos, el regidor Víctor Saladitas, una empleada municipal, así como un escolta del alcalde.

Al iniciar ese evento y entre miles de personas, dos sujetos armados dispararon en contra del presidente municipal independiente. Al repeler el ataque, el cuerpo de seguridad y elementos policiales, hirieron a uno de los agresores que murió en el trayecto al hospital, y detuvieron a dos más, uno de ellos lesionado.

En medio del aparato de seguridad del alcalde ¿cómo fue posible el asesinato?

  • 1. Autoría intelectual

Aunque en el municipio de Uruapan operan cuando menos cinco grupos criminales CJNG, Caballeros Templarios, Viagras, Cárteles Unidos y Blancos de Troya), las más recientes embestidas de Carlos Manzo en contra del crimen organizado fueron para mermar a las células de los jaliscienses. Los principales decomisos, capturas de narcotraficantes y abatimiento de criminales (la Secretaría de Seguridad Pública municipal instrumentó una táctica de exterminio desde que Manzo llegó a la alcaldía) fueron contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

El segundo grupo que sufrió un desgaste importante, debido a los operativos de la policía municipal, fueron células de una escisión de los Caballeros Templarios. Es decir, es probable que la reciente captura de El Rino, jefe de plaza del CJNG (realizada por el propio alcalde en persona) o las dificultades de Los Caballeros Templarios para detener los avances del CJNG en la región, hayan sido catalizadores para el asesinato de Manzo. El crimen del alcalde de Uruapan habría sido para calentar la plaza y bloquear la expansión de las células de El Mencho.

  1. 2. Ataque kamikaze

Carlos Manzo contaba con un diamante de seguridad compuesto por elementos de la Guardia Nacional (14 personas) y policías municipales. Quienes ordenaron el ataque sabían que los sicarios que abrirían fuego en contra del alcalde Uruapan serían abatidos por sus escoltas, tal y como ocurrió. Al repeler el ataque murió un agresor y dos más fueron detenidos. Es evidente la falta de técnica y táctica de los elementos que protegían a Carlos Manzo, pero aun en el caso de que los integrantes de su escolta estuvieran bien capacitados, es sumamente difícil bloquear atentados cuando los cárteles hacen uso de sicarios kamikaze. En este caso, se trató de un joven entrenado que ya habían probado su temeridad en dos eventos de alto impacto. Este tipo de ataques son similares a los que los cárteles colombianos instrumentaron en Cali y Medellín en la década de 1990.

  1. Lógica de control regional

Aunque empieza a circular la hipótesis (sobre todo entre los adversarios de la 4T) que refiere que el asesinato de Carlos Manzo lleva implícito un mensaje en contra de Alfredo Ramírez Bedolla, gobernador de Michoacán, o incluso en contra de la propia presidenta Claudia Sheinbaum, todo parece indicar que su ejecución obedece a una lógica de control criminal de las autoridades locales de la zona. En Michoacán, en los últimos cuatro años, han sido asesinados seis alcaldes y otros 10 han sufrido atentados. En todos los casos, los perpetradores fueron grupos del crimen organizado que desean dominar a los gobiernos municipales. El propio Carlos Manzo declaró en su momento que el CJNG le exigió ceder el control de las direcciones de seguridad, tránsito, fiscalización y obras públicas. Los Caballeros Templarios procedieron de manera similar. Manzo rechazó las amenaza-ofertas de ambos. Por otro lado, Uruapan es una ciudad donde chocan las tropas de avanzada del CJNG y de Cárteles Unidos. Debido a la alianza del CJNG con Los Viagras, las tropas de El Mencho han logrado el control de vastas regiones de Michoacán que antes estaban bajo el dominio de las mafias locales. Si Uruapan cae, las células del CJNG avanzarían al corazón de los territorios que Cárteles Unidos han explotado desde hace muchos años, y su supervivencia sería amenazada.

4. El gobierno federal

Los asesinatos de Bernardo Bravo y Carlos Manzo van a obligar a que el gobierno federal realice un nuevo despliegue táctico-operativo de fuerzas de seguridad en Michoacán, pero sólo para administrar el conflicto, no para resolverlo. Lo anterior para contener la caída en los niveles de intención de voto a favor de Morena, que podrían disminuir de manera estacional. El objetivo sería mantener la delantera en municipios y distritos electorales federales clave para las elecciones de 2027. De acuerdo con las últimas encuestas, Morena retendría la gubernatura, sobre todo si el senador Raúl Morón logra minar las resistencias que hay en contra de su postulación como candidato a gobernador.

En el pasado, los asesinatos de Bernardo Brazo, Hipólito Mora, Homero Gómez y de otros tantos luchadores y líderes sociales no han servido para galvanizar a la sociedad michoacana. Lo único que podría modificar la estrategia que los gobiernos estatal y federal aplican en Michoacán sería una caída en la intención de voto de Morena, o presiones de Washington, o un crecimiento de algún líder opositor. Hasta el momento nada de esto ha sucedido.

  1. Municipios contra el narco

Carlos Manzo no sólo fue un hombre valiente, sino también temerario. Se lanzó a una cruzada en contra de los cárteles sin contar con el respaldo ni del gobierno estatal ni del gobierno federal. Con un estado de fuerza de apenas 350 policías para cuidar una ciudad de 400 mil habitantes, enfrentó por igual a grupos de macrocriminalidad y a las mafias locales.

Carlos no contaba con los recursos humanos, financieros, ni materiales para derrotar al narco. Cabalgó hacia la guerra, pero no hacia la victoria. Su sacrificio deja en claro que aún con voluntad política, vencer a los cárteles desde el ámbito municipal es misión imposible.

Es momento de reconsiderar si tiene sentido seguir enviando a los municipios en ruta de colisión en contra del crimen organizado. Tendremos algunas victorias, sin duda, pero muchos alcaldes valientes y decididos, en lugar de ser recordados como gobernantes transformadores, tendrán una veladora en los altares de los mártires de las guerras fallidas contra el narco.

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