Por José Quezada

La orden del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para que el Departamento de Comercio inicie la implementación del 100% de aranceles a películas hechas en países extranjeros, pusieron en alerta tanto a Hollywood como a la industria internacional del cine. Para analistas y expertos, la irrupción de Trump en la economía cultural tiene lecturas desde varios ángulos y, potencialmente, sus mayores efectos serían contraproducentes para Estados Unidos, tal como el rebote que haría un boomerang; esa irrupción, anunciada en un marco definido podría saltar fácilmente y en cualquier momento hacia el abanico de industrias culturales del país.

Eduardo Cruz Vázquez, periodista y coordinador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu), dice: “Uno de los aportes que, para bien y para mal, hizo el Tratado de Libre Comercio, fue establecer el sistema de clasificación industrial de América del Norte. Este sistema de clasificación fue el que organizó todo lo que la gente entiende por industrias culturales o creativas, porque los manejan ahora ya indistintamente, aunque tienen sus tratos totalmente diferentes, épocas históricas distintas, motivaciones distintas. No aparecen las industrias culturales porque en nuestra realidad nacional, el concepto de industrias creativas y culturales no tiene asiento jurídico. Existen solamente unidades económicas”.

En el “Anexo 15-E Excepciones Culturales de México” del T-MEC, que es la versión actualizada del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) y que abarca principalmente ciertas industrias, se establecen medidas para “preservar y promover el desarrollo de la cultura mexicana”, en especial en la radiodifusión, los servicios de cine y los servicios audiovisuales. Si bien, sólo está mencionada esta excepción, las industrias culturales, continúa Cruz Vázquez, se miden como “bienes y servicios” en el T-MEC —no como disciplinas, y la forma de detectar los casos particulares de ciertas industrias culturales sería a través de sus fracciones arancelarias, que son los códigos de identificación de mercancías—, por lo que cualquier medida que adopte Trump contra estas industrias sería violatoria del Tratado: “Cualquier amenaza de aranceles en el campo de los bienes y servicios culturales que forman parte del mercado bilateral entre México y Estados Unidos no tendría mayor implicación que la de encarecer, en su caso, de aplicar estos bienes y servicios”.

“No es factible y no va a ocurrir, no solo porque forma parte de la política especulativa y de presión de Trump, que seguramente busca abrir la negociación con más fuerza en 2026, sino también porque es violatorio del T-MEC. Cualquier otra restricción al mercado no tendría ningún efecto a mediano o largo plazo, porque seguramente habría muchas inconformidades y medidas que a la larga van a afectar sobre todo a los negocios norteamericanos, justo porque México es un gran importador de esos bienes y servicios culturales de Estados Unidos que lo que exporta México al mercado norteamericano”.

En el artículo “México–Estados Unidos–Canadá: mercados culturales”, publicado en la plataforma de Paso Libre del Grecu, Cruz Vázquez explica que las principales importaciones en cultura de México son los medios audiovisuales, los libros, impresiones y prensa, la música y conciertos, las artes visuales y plásticas, el diseño y servicios creativos, y el patrimonio material y natural.

El guionista, director e investigador de cine Víctor Ugalde señala el desconocimiento de Trump a la hora de hacer un anuncio de esta naturaleza: “Desde su ignorancia quiso repetir lo que ha hecho en política en materia de la industria automotriz para llevarse, en teoría, todos los rodajes a su país, los rodajes gringos obviamente. Pensó que si salen las empresas norteamericanas a buscar, como siempre lo han hecho, estímulos y apoyos en el resto del mundo, filman una película y la regresan, les va a cobrar un 100% de aranceles. Entonces, con eso quiere desincentivar la filmación de películas. Pero se le olvida que no es lo mismo el cine, las series y la televisión, que la industria automotriz”, señala, en alusión al anuncio que el presidente estadounidense hizo para imponer impuestos a las importaciones de vehículos del 25% a los automóviles que no fueron fabricados dentro del territorio estadounidense.

Lo que pasaría en la industria del cine, de lograrse el cometido de Trump, sirve para demostrar el efecto boomerang y la asimetría entre los bienes y servicios que México consume de Estados Unidos y viceversa: “A cualquier arancel espejo, siempre tiene que ir una demanda por violación de los acuerdos previos del T- MEC y la Organización Mundial del Comercio. Y podría el gobierno mexicano ampliar la demanda y decir que, por prácticas, por malas prácticas comerciales, se pide un arancel compensatorio de otra cosa. Y ahí sí va a temblar Hollywood, porque ellos tienen malas prácticas comerciales en todos y cada uno de los países occidentales”. Además de lo que precisa, Ugalde explica que la Organización Mundial del Comercio vigila que no se apliquen decisiones unilaterales como la que Trump pretende.

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